14 de noviembre de 2012

Carta de amor

Mano escribiendo en hoja de papel
Yo, que hasta esa tarde me había paseado por los bastos campos del reino de cupido, saliendo siempre ileso y victorioso, me vi vencido sin siquiera dar la más mínima batalla, aunque traté de disimularlo. A la mañana siguiente el desasosiego plasmó sobre una hoja de papel mi confesión.

...Ayer te vi y mis ojos se llenaron del azul de tu vestido. Ayer, tu cabello negro tejió un lazo alrededor de mis dedos y me atrapó. Ayer, las palabras que salieron del rojo intenso de tus labios llenaron de fluorescencia mis venas. Ayer, tu presencia toda le dio sentido al palpitar que me mantiene vivo.

Hoy quiero volver a verte y así reaprender un nuevo color. Hoy quiero que tu voz y tus palabras me atrapen nuevamente. Hoy deseo con impaciencia tu compañía. Hoy espero que de nuevo sean las cinco de la tarde para que el sol dorado y durmiente ilumine mi vida con su luz sobre tu rostro.


27 de septiembre de 2012

Disco del Sol

Vista aérea de la selva nicaragüense
Desde el ventanal de la sala de espera del aeropuerto internacional La Aurora, en la Ciudad de Guatemala, veía el lento pero creciente azul violeta de un amanecer de abril de 2007, mientras esperaba la orden de abordaje. Sobre ese paisaje se recortaba la silueta del 737-200 de Copa Airlines que me llevaría esa mañana a Nicaragua.

El aviso fue dado y los pasajeros comenzamos a abordar la aeronave. Minutos después el capitán nos daba la bienvenida y nos informaba acerca de las condiciones para el vuelo. Nos llevaría cerca de cuarenta y cinco minutos, luego del despegue, llegar a destino: Managua.

A las 6:10 el Boeing tomó la pista y se alzó sobre la ciudad en dirección norte, hasta alcanzar la altura permitida por aeronáutica civil, y entonces el avión giró casi ciento ochenta grados para quedar en ruta hacia el sureste centroamericano.

29 de agosto de 2012

Yo también soy Bohemio

Tavo, mi hermano, Tonito, mi primo y yo llegamos alrededor de las once de la mañana de aquél sábado, al Hotel Camino Real. En aquel entonces (1994) su Centro de Convenciones aún no había sido construido.

La kermés había sido organizada por la revista juvenil Aula 2000, del matutino Prensa Libre, (nombre que tuvo originalmente hasta ser rebautizada como Aula 2.0, como se le conoce hoy). Como era de esperarse, muchos jóvenes de nuestra edad estaban en el lugar disfrutando de las actividades y atracciones dispuestas para la ocasión.

Nosotros decidimos, primero, dar una vuelta por el lugar y ver los juegos de feria que podrían interesarnos. Ya no recuerdo bien cuáles encontramos, mas de lo que sí me recuerdo es que a la media hora estábamos muertos de calor, así que nos dirigimos a un pequeño quiosco en el que adquirimos unas aguas gaseosas.

Luego de caminar y jugar en alguna de las atracciones dispusimos comer algo, ya era la una de la tarde para ese momento. Y luego de ello entramos a la discoteca, que estaba a reventar.

9 de agosto de 2012

Homenaje al Cantor de los Llanos

Ganado pastando
Hay algunas canciones que trascienden incluso a sus propios autores. Canciones capaces de ser cantadas en varios idiomas, por muchos cantantes, interpretadas de forma instrumental, de una y mil maneras y seguir siendo las mismas, más allá del tiempo y los géneros musicales.

Hay también compositores que trascienden el género al que pertenecen y se insertan en el gusto popular de un continente y más allá. Compositores tan auténticos que dejan de pertenecer a un estilo musical y crean el propio, que luego es seguido por muchos como forma de exaltar su genialidad.

A mis siete años, a principios de los 80s, poco podría haberme imaginado el larguísimo viaje que me llevaría, a saltos, por entre cantantes, estilos y versiones de una misma canción. Sin embargo, a esa corta edad una canción logró cautivar mi atención con su rítmica particular y cadencia pegajosa, desconocida para mí hasta ese entonces.

22 de julio de 2012

En ruta a la soledad

Autobús antiguo en carretera
Quien no se ha preguntado alguna vez, al descubrirse en soledad, ¿qué es lo que mata al amor?, ¿a dónde van a parar todas las cosas vividas con esa persona especial?, ¿y los sueños, los míos, los suyos, los nuestros, en qué se convierten?

Sospecho que la costumbre es, en alguna medida, la causante de los infortunios del amor y el desamor. La costumbre nos lleva a transitar las mismas calles, comer en los mismos lugares, reírnos de las mismas cosas, besar y hasta hacer el amor siempre de la misma manera, de forma automática, como robotizada; y por ella relegamos a la sorpresa y a la improvisación a un plano casi inexistente.

Al final, la costumbre también nos va llevando poco a poco a la soledad, esa soledad indeseable (la que otro elige por nosotros) hasta que un día algo nos golpea de frente con tal violencia que nos hace entender que no importa lo que se intente hacer para remediar la situación, no hay camino de retorno.

5 de julio de 2012

Con el alma dividida en dos

Concierto de Ricardo Arjona en Caracas (2012)
Qué lejos estaba yo de imaginar siquiera, aquella noche de diciembre de 1998, sentado en una de las butacas de la Sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, mejor conocido como el Teatro Nacional, en la ciudad de Guatemala, que casi catorce años después, la noche del 30 de junio de 2012, volvería a presenciarlo ante mí, sobre un escenario, y ahora en Caracas, a más de cuatro mil seiscientos kilómetros del país que ambos compartimos como raíz.

En aquella ocasión me acompañó mi eterna amiga, mi hermana del alma: Karin (la canche), con quien dos años antes habíamos ido a nuestro primer concierto juntos, casualmente del mismo artista, a la Plaza de Toros, para cantar y disfrutar del talento de uno de los mejores cantautores guatemaltecos de la historia: Ricardo Arjona. En esta nueva ocasión estuve acompañado de la mujer más maravillosa que he podido conocer, después de mi madre, mi esposa Adriana.

18 de junio de 2012

Músico, poeta y loco

Silueta de pareja besándose sobre cielo estrellado
Bohemio y soñador al fin, desde muy joven me sentí atraído por las historias que la noche depara para los aventureros, enamorados, poetas y locos capaces de conquistar, lo mismo a la más pomposa de las damas aristocráticas como a la menos recatada y despreocupada de las mujeres de un burdel, armados con tan solo un par de versos en la voz.

Una tarde me dio por soñar...

Él, un trovador errante, propio de su tiempo. Ella, la dueña del bar de un pequeño pueblo a las orillas del mar, pueblo al que fue a parar en su errancia el trovador una noche de tantas por causa de su oficio.

El calor sofocante del verano, la sal de la mar que lo inunda todo, resecando el paladar, y el deseo de una buena copa los puso frente a frente. Él cantó para ella las historias de sus andanzas por tierras lejanas y misteriosas. Ella lo obsequió con su mirada felina y el libar más apetecible, el licor de su existencia. Las callejuelas, las farolas y la luna los vieron caminar con rumbo norte. Se amaron con locura toda la noche. La luna, que se coló por la ventana de la alcoba, los encontró abrazados hasta el alba.

28 de mayo de 2012

Guacamole

Guacamole
De los placeres que nos ofrece la vida hay dos a los que no estaré dispuesto a renunciar jamás: la música y la comida. Suelen acompañarse entre sí con regularidad, casi siempre la comida es puesta por delante, y sobre esa base se elige la música más apropiada para la ocasión, inclusive algunas veces se la selecciona acorde al menú.

En algunos países, como es el caso de Guatemala, el almuerzo se acompaña con el bello sonido de la marimba. Valses, boleros, cumbias y guarimbas, entre otros ritmos, se escuchan en los equipos de sonido de los comedores y restaurantes, incluso en algunos de éstos hay un pequeño grupo marimbístico amenizando esa deliciosa hora.

En El Salvador sucede algo un tanto más curioso, y es que los compositores de esa tierra decidieron escribir canciones que hablan de algunas comidas del lugar, como el Atol de Elote y Las Pupusas (esas deliciosas tortillas de maíz rellenas de chicharrón, queso o frijoles, que se sirven con una generosa capa de repollo y zanahoria curtidos y un poco de salsa de tomate preparada en el sitio donde se las vende).

Pero el caso más curioso de todos los que conozco en materia del buen combinar la gastronomía con la música es el matrimonio resultante entre el guacamole mexicano y la creatividad de un excelente y original compositor argentino.

17 de mayo de 2012

Prestigio 9-40

Palacio Nacional de Guatemala y Plaza de la Constitución
Una soleada mañana de junio de 1987, alrededor de las 9:00, los alumnos y maestros de Tercero, Cuarto, Quinto y Sexto grado de la Escuela para Niños Ciegos Santa Lucía de la ciudad de Guatemala nos trasladábamos al centro de la ciudad para hacer un recorrido educativo por el Palacio Nacional (hoy denominado Palacio Nacional de la Cultura), para conocer su historia, sus salones y algunos datos curiosos sobre su construcción y los personajes que por ese recinto patrio han transitado.

Durante el camino Julio, Joaquín, Rolando, Byron y yo escuchábamos el pequeño radio a transistores de Rolando. Teníamos nuestras emisoras favoritas según la hora del día. Aunque normalmente a esa hora estábamos en clase, solíamos escuchar a la hora del recreo, las 10:15, La voz del hogar en el 940 AM, una radio de corte adulto contemporáneo, en la que sonaban muchos de los grandes baladistas de habla hispana de los 70s y 80s.

4 de mayo de 2012

Pequeña historia de un gran hombre

Las aguas del pacífico lo arrullaron al nacer, con ese vaivén de olas de inmensa espuma blanca, como su piel, como un contraste insolente a la arena gris de la playa.

No fue un niño como muchos. Por su casi ceguera no asistió a la escuela en sus tempranos años de vida, como el resto de sus hermanos y amigos, mas supo apreciar siempre lo sublime que se esconde tras las palabras, las tonadas y los ritmos.

Aprendió a tocar el acordeón antes que a leer y a escribir en toda regla, y sorprendió a la población entera cuando llegó a ser el organista de la parroquia de su pueblo.

21 de abril de 2012

Vestida de novia

Julieta Venegas vestida de novia
Al alzar la vista, luego de beber el último sorbo de mi copa, la descubrí. Por alguna extraña razón ella estaba sentada sobre la barra del bar, como si fuera la reina del lugar, y talvez por una broma del destino lo era, al menos para mí. Tenía un vestido blanco, de novia, veía a todas partes y con mirada azucarada intentaba seducir a los que por ahí pasaban, les hablaba de manera acompasada, rítmica, como si cantara, y talvez lo hacía porque los que la veían le hablaban de la misma manera.

Contra mi deseo, no pude levantarme de la silla. Su sonrisa, su cabello, su piel, todo su cuerpo y todo su espacio me petrificaron, no podía moverme, sólo podía verla, quería hablarle como los demás, quería musitarle lo que sentía, pero no logré moverme, y cuando intenté hablarle mi voz no salió.

6 de abril de 2012

A la Reina de la Alegría

No puedo recordar con exactitud la forma en la que nos conocimos. Yo era un recién llegado, ella tenía ya varios años de tránsito por el lugar y reía con deliciosa alegría que contagiaba a todo el que estuviera cerca, como invitándonos al supremo gozo de la felicidad.

Sospecho que me tomó entre sus brazos y me dijo algo al oído, muy bajo para que quedara entre los dos, y sé que pudo haber sido así porque hoy, casi treinta y siete años después, en mi oído sigue resonando su voz como una especie de risueño consejero, más allá de los muchos kilómetros de distancia, e incluso, de la eternidad por la que ahora transita triunfante de haber cumplido su misión por este mundo, regalar alegría a todos a su alrededor, como se lo dictó el Dios de las alturas allá en los principios de la vida.

Mi Tía Cristy fue, ha sido y será una de las segundas madres para mí y para mi hermano. Le enseñó a mi hermano a cantar, a moverse como osito bailarín, a escuchar música suave sentados sobre sus piernas y a no estrellar contra el piso los huevos para el desayuno del siguiente día. A mí me enseñó los colores a pesar de su casi total cequera, a cantar las canciones de Cri Cri, que me gustaban tanto y a ella también, a escuchar a Verdi y disfrutar la magnificencia de los valses de Strauss, y me hizo entender, a los dos años, que bañarme en un Kilo de harina, sobre la mesa del comedor, no me haría más blanco.

28 de marzo de 2012

Un romántico empedernido

A finales del año 1983 mi casa estaba invadida por una ráfaga de aires nostálgicos, melancólicos, románticos, de esperanza, de libertad que podían ponerle la piel de gallina a cualquiera, inclusive a los hombres de corazón de piedra.

En la radio se escuchaban canciones que invitaban a pensar en jardines, arco-iris, princesas vestidas de tul, juguetes multicolores, en el amor en todas sus formas, y, a veces, en alguno que otro hombre gris y taciturno.

Con tan solo ocho años no me resultaba fácil apreciar tantos matices, tantas formas diversas, y sin embargo comprendía las tonalidades primarias y jugaba a descomponerlas tratando así de simular lo que percibía a mi alrededor.

26 de febrero de 2012

Gesubambino

Gracias al hambre de los viernes por la noche, y a mi voraz apetito carnívoro conocí a Hugo, el parrillero de El Breve Espacio, un pequeño restaurante bar de la colonia 1º de Julio, lugar donde viví mis últimos quince años en Guatemala, y gracias a eso descubrí nuestra común afición por las canciones de sentido social y testimonial, conocidas comúnmente como canciones de protesta (La Nueva Trova.

Gracias a Hugo, los churrascos y las canciones conocí a Tito, el dueño de ese peculiar espacio de bohemia local al que concurría y aún concurre, aunque con menor frecuencia, un particular grupo de individuos de ideas progresistas, bohemios amantes de los versos de Neruda y Sabines, y de la jarana en todas sus formas, y hasta uno que otro cantante imitador a medias de Silvio Rodríguez, León Gieco o Eduardo Franco, vocalista de Los Iracundos. Entre estos últimos me contaba yo, conformando entre todos una suerte de clan, a modo de “La Crema Innata de la Intelectualidad Local”.

21 de febrero de 2012

Handy, baila Handy

Amaba la música, el ritmo, la fiesta. Una salsa, un merengue, un reggae, un batir de palmas, un silbido, un golpeteo rítmico de la cucharita contra la tasa del café eran suficientes para que su ánimo bailarín se despertara y comenzara la alegría.

Era pequeña, más que sus hermanos; por eso no la querían en su casa natal. Pero como siempre sucede en estos casos, un día un ángel compasivo se apiadó de ella y la llevó a otro lugar. Mi hermano la bautizó con el nombre de Handy (a modo de diminutivo de HANDYCAM), porque cuando llegó a casa podíamos cargarla en una mano.

Lomo de manto negro, hocico alargado, orejas en punta, patas de pelaje amarillo, una Pastor Alemán en toda regla, de un muy alto pedigrí, pero enana, no por raza, discapacidad podríamos llamarla, mas lo cierto es que inundaba la casa con su alegría. Vernos llegar era todo un festín, corría, saltaba.

9 de febrero de 2012

Tímido

Hombre tímido, de ojos azules
Nunca he sido fanático de las agrupaciones juveniles en las que importa más la apariencia y las coreografías que las letras e intención de quienes cantan por ofrecernos un espectáculo que valga la pena, pero el 6 de octubre de 1985, durante la emisión del programa Siempre en Domingo, conducido por Raúl Velasco, tres jovencitas llamaron mi atención al otro lado de la pantalla a blanco y negro del televisor de la sala de mi casa.

Como era usual en esa época, luego de que el conductor del programa hiciera una pequeña introducción del artista que se presentaría a continuación, las luces del Foro 2 de Televisa San Ángel se apagaron, y al encenderse pocos segundos después las tres jovencitas, vestidas y arregladas al último grito de la moda, movían las manos, la cintura y las piernas al ritmo de una canción de sonidos modernos sin dejar de ser casuales.

20 de enero de 2012

Postal de Madrid

Frontal este de La Puerta de Alcalá

El autobús del recorrido turístico se detuvo por el semáforo en rojo. La voz pregrabada, que podíamos escuchar a través de los audífonos describiendo los lugares y la historia por donde transitábamos, hizo una pausa; entonces la pude ver, al centro de una glorieta a la que los vehículos rodeaban en semicírculo para continuar su camino. El semáforo cambió a verde y el autobús reinició la marcha.

Yo estaba sentado en la hilera de asientos de la izquierda, hacia el lado de la ventana del segundo piso del autobús rojo, un segundo piso sin techo, para que los turistas puedan admirar sin obstrucciones los lugares por donde éste transita. El sol de las 11 de la mañana de ese domingo de mayo me daba de frente, por eso no pude ver bien la estructura de piedra, mas cuando comenzamos a girar hacia la izquierda y el sol fue quedando sobre mi lado derecho y por último a mis espaldas la observé por completo, estaba frente a ella, como muchísimos otros lo han estado a lo largo de una buena parte de la historia de Madrid.