El sol se asomó por el este, y bañó todo el valle de la Ciudad de Guatemala con su luz dorada. Un rumor de ánimo patrio empezó a colarse por entre las calles, los edificios, las casas, las gentes que adornaban sus ventanas con el insigne azul y blanco de la bandera nacional. La televisión se preparaba para su acostumbrada transmisión del día de la independencia.
En las calles aledañas al Palacio Nacional, cientos o tal vez miles de adolescentes, vestidos con vistosos uniformes de gala, portando bombos, redoblantes, cajas, platos, xilófonos, clarinetes y trompetas, comenzaron a reunirse y agruparse. La expectación crecía a cada minuto que pasaba. El día esperado por todos había llegado. El desfile escolar de independencia estaba por dar inicio.
18 de septiembre de 2013
2 de septiembre de 2013
El baile prohibido
Nada ha despertado en la humanidad más interés que lo que le está prohibido hacer, decir, cantar e incluso bailar. En su subconsciente habita ese temible otro yo (ese Mr. Hyde que lleva dentro), capaz de llevarle a transgredir sus propias reglas.
Basta con que algo nos sea prohibido para que se nos despierte el gusanito de la curiosidad, del deseo de tenerlo o hacerlo, es como un reto a nuestra condición de seres vivos, de animales racionales, pero de instintos animales al fin.
En 1989 un ritmo nuevo se coló en el gusto de la mayoría de quienes habitamos este planeta. Una vez más, un país (Brasil) nos regalaba una nueva rítmica, una nueva forma de danzar, de disfrutar la vida. La humanidad completa se contagió de aquél virus de la danza brasileña.
Basta con que algo nos sea prohibido para que se nos despierte el gusanito de la curiosidad, del deseo de tenerlo o hacerlo, es como un reto a nuestra condición de seres vivos, de animales racionales, pero de instintos animales al fin.
En 1989 un ritmo nuevo se coló en el gusto de la mayoría de quienes habitamos este planeta. Una vez más, un país (Brasil) nos regalaba una nueva rítmica, una nueva forma de danzar, de disfrutar la vida. La humanidad completa se contagió de aquél virus de la danza brasileña.
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