Quien no se ha preguntado alguna vez, al descubrirse en soledad, ¿qué es lo que mata al amor?, ¿a dónde van a parar todas las cosas vividas con esa persona especial?, ¿y los sueños, los míos, los suyos, los nuestros, en qué se convierten?
Sospecho que la costumbre es, en alguna medida, la causante de los infortunios del amor y el desamor. La costumbre nos lleva a transitar las mismas calles, comer en los mismos lugares, reírnos de las mismas cosas, besar y hasta hacer el amor siempre de la misma manera, de forma automática, como robotizada; y por ella relegamos a la sorpresa y a la improvisación a un plano casi inexistente.
Al final, la costumbre también nos va llevando poco a poco a la soledad, esa soledad indeseable (la que otro elige por nosotros) hasta que un día algo nos golpea de frente con tal violencia que nos hace entender que no importa lo que se intente hacer para remediar la situación, no hay camino de retorno.