7 de diciembre de 2011

Historia de diablos

Diablo de papel en llamas
Poco antes de las seis de la tarde del 7 de diciembre todo transcurría con normalidad en las calles y los barrios de la ciudad. Algunos niños jugaban el final de la chamusca de la tarde bajo la consigna de “el último gol gana”, otros veían en la televisión a sus personajes favoritos en escenas navideñas y unos pocos se conformaban con ver caer la tarde desde sus ventanas, entre estos yo. No parecía haber ningún indicio de lo que sucedería cuando las agujas del reloj se alineasen verticalmente, como partiéndolo por la mitad, indicando las seis en punto, la hora pactada.

Cuando los campanarios de las iglesias llamaron a misa dieron también el aviso de la hora convenida por todos, en secreto a voces, y los fuegos comenzaron a arder en las calles, frente a las casas, en las esquinas de los parques, en todas partes, en los pequeños pueblos y en las ciudades también.

Los niños corríamos y saltábamos alrededor de las llamas, los adultos alimentaban el fuego con lo que habían reunido para la ocasión y el país entero terminaba por tomar una luminosidad naranja que a la vista de quien sobrevolara el territorio guatemalteco parecería un incendio de proporciones inimaginables. ¡Una nación entera presa de las llamas! ¡Había iniciado la tradicional fiesta de La Quema del Diablo!

En las manos de muchos niños había estrellitas y tronadores, otros se entretenían encendiendo volcancitos y los más osados quemaban cohetes y canchinflines uno por uno.

Luego de una hora los fogarones apenas llegaban a ser fogatas, hasta que se apagaban, dejando una mancha negra, de ceniza, a las orillas de las calles.

En la 17 avenida “A”, entre 4a y 5a calles de la zona 1, frente a la casa de la tía Perly, como en muchas otras partes, luego de apagarse por completo los fuegos, se atravesaba un par de lazos de una acera a la otra de la calle, en cuyo centro se hacía un nudo y se colgaba una, y en ocasiones más de una, piñata en forma de diablo, a la que los niños del vecindario derribaban a punta de palazos, por turnos, hasta romperla y sacarle todos los dulces, bombones, chicles y paletas. Para el final se convidaba a los vecinos a tomar la primera tacita de ponche, un sándwich de pollo o una porción de magdalena con fruta cristalizada.

De esta manera se da comienzo a las festividades de fin de año en mi querida Guatemala, quemando al diablo y con él las impurezas y malas obras del año para llegar libres de todo mal a las fiestas navideñas, especialmente al nacimiento del niño Dios.

Los fogarones se componían de todo tipo de objetos (inservibles) que se pudieran quemar con facilidad: papel, ramas y hojas secas, tablones partidos, muebles en mal estado, etc., que en buena medida eran recolectados por los niños, nosotros, un par de días antes, labor que realizábamos con todo el entusiasmo de un caza-recompensas que busca el tesoro perdido de un pirata tuerto.

Quema del Diablo en la Antigua Guatemala
La quema del diablo ha cambiado de un tiempo a esta parte y las piñatas que antes se llenaban de caramelos para los niños ahora son puestas sobre los fogarones, como una forma de darle un sentido literal al nombre de la tradición. Hoy, dada la contaminación ambiental, el cada vez menos tiempo libre, y hasta la inseguridad han hecho que los fogarones sean escasos y pequeños, hecho que desde el plano ecológico resulta muy bueno, pero desde el tradicional no tanto.

Durante la época navideña de 1980 sonaba en la radio el disco de un joven español de voz delgada, que ganaba terreno con cada disco que lanzaba al mercado. De ese disco, el sexto de su carrera, sonaba con frecuencia una canción de ritmo pegajoso, que a los adultos divertía por su pícara letra, y a los niños nos hacía bailar, dar vueltas e intentar pronunciar al menos un verso completo sin enredarnos. El álbum se titulaba Miguel, El tema simplemente se llamaba Don Diablo y el intérprete era llamado Miguel Bosé. Él era ese joven español al que vi por primera vez en televisión vistiendo una falda escocesa, cantando esa canción. Volví a verlo en televisión cuando Televisa lo nombró padrino de una banda mexicana de pop integrada por 3 niños y 4 niñas llamada La Banda Timbiriche.

Luis Miguel González Bosé, nombre real y completo de este talentoso cantante y actor español nació el 3 de abril de 1956 en la ciudad de Panamá. La nacionalidad española la adquiere gracias a su padre, el conocido y renombrado torero español Luis Miguel Dominguín. Su madre era la actriz italiana Lucía Bosé. Desde 2010 Bosé cuenta también con la nacionalidad colombiana.

En 1975 vio la luz el primer disco de Bosé con el nombre es tan fácil, producido por Camilo Sesto, álbum que no logró mayores repercusiones en el gusto de las masas. En 1977 firma y graba su primer producción con la disquera CBS, hoy conocida como Sony Music, titulado Linda, de este disco se desprenden canciones como Linda, Mi Libertad y Amiga, que alcanzaron el éxito de manera inmediata.

Carátula de Miguel (Miguel Bosé 1980)
Bosé es un cantante que ha gozado del éxito la mayor parte del tiempo de su carrera, desde 1975 hasta la fecha. Ha grabado más de 30 discos y vendido más de 13,000,000.00 de copias de sus producciones de estudio, en concierto y recopilatorios en español, italiano e inglés.

Es hora entonces de dejarles con la canción de la que les he contado, a través de una breve narración de una tradición guatemalteca que he querido dar a conocer a mis lectores y amigos de otros países. Disfrútenla, en su versión original.



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