De vez en cuando, una canción se asoma por el rabillo de la puerta para espiarnos. Algunas veces sólo pasa por el hilo musical, sin dejarnos más que el gusto de recordarla y, en ocasiones, cantarla bajito. Otras veces, nos atrapa y nos convierte en protagonistas de su historia
Una mañana de domingo, sentado en el sofá de la sala frente al televisor, interesado en conocer los video clips de las canciones del momento, mi atención se fijó sobre la pantalla cuando una imagen, a blanco y negro, me mostró el corredor de un colegio de secundaria, en el que aparecen varios estudiantes uniformados: algunos conversan en pequeños grupos, otros simplemente transitan hacia otras partes y uno de ellos, sentado al pie de una escalera que da a un segundo piso, sigue con la mirada a una compañera de clases, por quien se siente atraído. Mi memoria se disparó, y volvió a mí el recuerdo de aquella bonita e inalcanzable colegiala, de los años de mi tímida adolescencia.
Alejandra descendía desde el segundo piso, por la escalera del patio trasero del colegio, a la hora del recreo, cuando, sin haberlo pretendido, mis ojos se fijaron en ella. Tendría... ¿quince..., dieciséis años? Era delgada, como de un metro sesenta, tenía el cabello liso y largo –a media espalda–, piel morena clara y un par de ojos negros cautivantes. Nos habíamos cruzado muchas veces por el pasillo, entre los salones de clases, pero nunca me había fijado en ella más que para decir un tímido “hola”, tan de cortesía entre adolescentes, o esquivarla y seguir mi camino.
22 de octubre de 2015
1 de febrero de 2015
Amor en salsa
Sobre la pequeña mesa del rincón de la cocina sonaba, alegremente, el reproductor de CD’s que, ocho años atrás, Isabel y Francisco habían comprado para disfrutar más la hora de cocinar.
–¿Me pasas la sal de ajo?, quiero intentar algo diferente, y si sale bien, ¡nos lo comemos, jajaja!
–Toma –respondió Francisco, extendiendo la mano para entregar el pequeño frasco a Isabel.
–Juan Manuel dijo que llegaría poco antes de las siete, así que hay que darse prisa para que todo esté a tiempo; ya sabes, ¡es odiosamente puntual!
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Bachata,
Juan Luis Guerra,
República Dominicana
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