Todos tenemos un alma gemela, y no nos importa de donde venga: si llegó antes o después que nosotros a esta vida, si es grande o pequeña, si comparte o no nuestros sueños, lo único que nos importa es que está ahí, a nuestro lado, y que el día que su existencia tome el tren de la eternidad una mitad de nosotros mismos se irá con ella.
Aunque él nació en 1973 y yo dos años más tarde ¡quién podría decir que no nos conocíamos de siempre, desde el principio de los tiempos? Cuando niños jugábamos a reinventar el mundo. Él, un excéntrico hombre de negocios, dueño de su propio zoológico; yo, su mejor amigo y a la vez el cuidador de sus mascotas . Él, una estrella de Rock; yo, su manager, músico o fan. Él, un gran astronauta; yo, su compañero de aventuras o la nave espacial (ya no recuerdo cual de los dos).
Para mí él siempre fue una especie de maestro que me enseñaba de todo en los primeros años de la vida, como las coreografías de las canciones de Los Chicos de Puerto Rico, los personajes de las series de televisión o a imitar a los luchadores de la WWF. Para él yo fui ese ser un tanto más pequeño al que debió proteger en alguna ocasión, y del que debió cuidarse en otra, inclusive fui el objeto de sus experimentos de resistencia física o mental, que terminó un poco más loco que él mismo.
9 de diciembre de 2013
Alma gemela
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18 de septiembre de 2013
Orgulloso de ser chapín
El sol se asomó por el este, y bañó todo el valle de la Ciudad de Guatemala con su luz dorada. Un rumor de ánimo patrio empezó a colarse por entre las calles, los edificios, las casas, las gentes que adornaban sus ventanas con el insigne azul y blanco de la bandera nacional. La televisión se preparaba para su acostumbrada transmisión del día de la independencia.
En las calles aledañas al Palacio Nacional, cientos o tal vez miles de adolescentes, vestidos con vistosos uniformes de gala, portando bombos, redoblantes, cajas, platos, xilófonos, clarinetes y trompetas, comenzaron a reunirse y agruparse. La expectación crecía a cada minuto que pasaba. El día esperado por todos había llegado. El desfile escolar de independencia estaba por dar inicio.
En las calles aledañas al Palacio Nacional, cientos o tal vez miles de adolescentes, vestidos con vistosos uniformes de gala, portando bombos, redoblantes, cajas, platos, xilófonos, clarinetes y trompetas, comenzaron a reunirse y agruparse. La expectación crecía a cada minuto que pasaba. El día esperado por todos había llegado. El desfile escolar de independencia estaba por dar inicio.
2 de septiembre de 2013
El baile prohibido
Nada ha despertado en la humanidad más interés que lo que le está prohibido hacer, decir, cantar e incluso bailar. En su subconsciente habita ese temible otro yo (ese Mr. Hyde que lleva dentro), capaz de llevarle a transgredir sus propias reglas.
Basta con que algo nos sea prohibido para que se nos despierte el gusanito de la curiosidad, del deseo de tenerlo o hacerlo, es como un reto a nuestra condición de seres vivos, de animales racionales, pero de instintos animales al fin.
En 1989 un ritmo nuevo se coló en el gusto de la mayoría de quienes habitamos este planeta. Una vez más, un país (Brasil) nos regalaba una nueva rítmica, una nueva forma de danzar, de disfrutar la vida. La humanidad completa se contagió de aquél virus de la danza brasileña.
Basta con que algo nos sea prohibido para que se nos despierte el gusanito de la curiosidad, del deseo de tenerlo o hacerlo, es como un reto a nuestra condición de seres vivos, de animales racionales, pero de instintos animales al fin.
En 1989 un ritmo nuevo se coló en el gusto de la mayoría de quienes habitamos este planeta. Una vez más, un país (Brasil) nos regalaba una nueva rítmica, una nueva forma de danzar, de disfrutar la vida. La humanidad completa se contagió de aquél virus de la danza brasileña.
18 de agosto de 2013
Súper juguete
Para la imaginación de un niño de siete años cualquier objeto puede convertirse en algo que no es; una escoba bien puede ser la guitarra eléctrica de una súper estrella del rock, un bate de baseball, una súper pistola de rayos laser y, el plato de la comida del perro, la nave espacial de un extraterrestre, o bien, el birrete de gala de un soldado para un desfile.
A mis siete años un juguete se convirtió en toda una obsesión: quería tener uno, como cualquier niño de mi edad, y no se trataba de algún aparato capaz de autotransformarse en tres o cuatro cosas fabulosas y distintas a la vez, era tan solo un sencillo plato redondo plástico, que había que hacer girar sobre la punta de una varilla del mismo material.
A mis siete años un juguete se convirtió en toda una obsesión: quería tener uno, como cualquier niño de mi edad, y no se trataba de algún aparato capaz de autotransformarse en tres o cuatro cosas fabulosas y distintas a la vez, era tan solo un sencillo plato redondo plástico, que había que hacer girar sobre la punta de una varilla del mismo material.
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25 de julio de 2013
Esa llamada
La tarde tomaba matices anaranjados, rosados, violetas, que entraban por la ventana y se reflejaban en el rostro de Fernando. La altitud de la ciudad y el viento frío que recorre las calles los primeros meses del año pusieron la temperatura en 18°C. Dentro del café el ambiente (23 ° C) invitaba a quedarse. Una música suave (baladas en inglés y español) se escuchaba a través de los cuatro altavoces distribuidos por el lugar.
-¡Aún no lo entiendo, te lo juro que no lo entiendo! ¡Me habló a la casa sólo para decirme eso! -decía dolorosamente Fernando, mientras movía la cabeza de un lado al otro, sentado ante la mesita colocada al pie de la ventana del Café Capri, frente a Juan, su compañero de universidad y amigo de la infancia, sujetando la taza del café con las dos manos, como queriendo evitar que se le escapara como se le escapó Ximena, al otro lado del teléfono, una semana atrás.
-¡Aún no lo entiendo, te lo juro que no lo entiendo! ¡Me habló a la casa sólo para decirme eso! -decía dolorosamente Fernando, mientras movía la cabeza de un lado al otro, sentado ante la mesita colocada al pie de la ventana del Café Capri, frente a Juan, su compañero de universidad y amigo de la infancia, sujetando la taza del café con las dos manos, como queriendo evitar que se le escapara como se le escapó Ximena, al otro lado del teléfono, una semana atrás.
9 de julio de 2013
I teach you spanish
Una vez en la vida, todos llegamos a ser maestros de alguien. Las más de las veces sin siquiera proponérnoslo, al menos inicialmente. Sucede así, nada más, espontáneamente. Yo, por una noche, fui profesor de español en Washington DC.
A las cuatro de la tarde de un frío sábado de noviembre de 2004 estaba en la pequeña salita que hacía las veces de estudio en casa de la tía Iris, en Springfield, Virginia, al sur oeste de Washington DC, sentado frente a mi computadora portátil, revisando el correo electrónico, esperanzado en encontrar un nuevo mensaje que me diera algún dato de última hora acerca de la conferencia sobre discapacidad a la que asistiría la semana siguiente, en la sede del Banco Mundial, razón por la que me encontraba, esos días, en Estados Unidos.
A las cuatro de la tarde de un frío sábado de noviembre de 2004 estaba en la pequeña salita que hacía las veces de estudio en casa de la tía Iris, en Springfield, Virginia, al sur oeste de Washington DC, sentado frente a mi computadora portátil, revisando el correo electrónico, esperanzado en encontrar un nuevo mensaje que me diera algún dato de última hora acerca de la conferencia sobre discapacidad a la que asistiría la semana siguiente, en la sede del Banco Mundial, razón por la que me encontraba, esos días, en Estados Unidos.
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13 de junio de 2013
Desde "En el 2000" hasta hoy
Dispuesto a darle batalla al aburrimiento me senté frente al equipo de sonido que tenía en mi habitación. Presioné el botón de encendido y la pequeña pantalla de puntos blancos y rojos me saludó al tiempo que el sonido de una canción de ánimo fiestero, medio escandaloso, se dejó escuchar por las bocinas.
Mi ánimo inicial disparó los dedos hacia el botón que me llevó a la siguiente emisora, de un corte más tranquilo (baladas de los 70s y 80s en español), que tampoco entraban del todo en mi ansioso deseo por escuchar algo fresco, más entretenido.
Una nueva emisora reproducía canciones de corte juvenil, algo más apropiado para escuchar una mañana de sábado en la que, no teniendo mejor cosa que hacer, ni ánimo para inventar, me encontraba solo en casa, preso de mi mismo, cambiando una tras otra las emisoras en el dial.
Mi ánimo inicial disparó los dedos hacia el botón que me llevó a la siguiente emisora, de un corte más tranquilo (baladas de los 70s y 80s en español), que tampoco entraban del todo en mi ansioso deseo por escuchar algo fresco, más entretenido.
Una nueva emisora reproducía canciones de corte juvenil, algo más apropiado para escuchar una mañana de sábado en la que, no teniendo mejor cosa que hacer, ni ánimo para inventar, me encontraba solo en casa, preso de mi mismo, cambiando una tras otra las emisoras en el dial.
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22 de mayo de 2013
Un amigo en común
Adriana me dijo: “Si lo quieres yo te lo regalo”. La ilusión se dibujó en mi rostro y, luego de pensarlo por un instante, acepté la propuesta. Salimos del Salón Obelisco de la Feria del Libro de Chacao, en Caracas, y nos dirigimos al stand de Editorial ALFA. Yo quise tenerlo desde que lo vi unos días antes, cuando hicimos un somero recorrido por la mayoría de stands de la feria y lo descubrí gracias a un poster que mostraba la carátula del libro: una fotografía a blanco y negro, en la que aparece sentado, con su guitarra y, sobre ésta, una franja roja en la parte superior donde podía leerse:
Facundo CabralLuego de pagar el importe tomé el libro entre mis manos y me dirigí al pequeño espacio habilitado para la firma de autógrafos de los autores. Percy estaba de espaldas a mí, por eso no me vio llegar. Se colocaba la chaqueta en actitud de retirarse del lugar. Advirtiendo su intensión, le hablé, le pregunté si podía firmar mi libro antes de marcharse.
Crónica de sus últimos días
Percy LLanos y Gabriela Llanos
24 de abril de 2013
Un Callejero
Llegó sin decir nada, sin pedir nada. Sin ropa, sin casa, con todo el hambre del mundo adherido a su esqueleto. Nadie le habló, nadie le preguntó nada, nadie quiso en un principio ofrecerle nada, pero él igual se quedó a vivir entre nosotros.
Tendría talvez cinco años..., no lo sé..., nunca lo sabré..., no es fácil saberlo. En sus ojos se advertía el paso de un mundo ingrato al que le tocó venir por la triste suerte de ser un callejero, la única herencia que recibió de sus padres.
Al ver su aspecto ruinoso, de vagabundo, todos lo veíamos con recelo, con temor, con angustia. “Hay que tener cuidado al pasarle cerca, no vaya a ser que un día de estos nos quiera hacer algo. Mire nada más cómo nos gruñe de lejos”, decían los vecinos cuando, cruzándose por la calle, luego de saludarse, lo veían de reojo.
Tendría talvez cinco años..., no lo sé..., nunca lo sabré..., no es fácil saberlo. En sus ojos se advertía el paso de un mundo ingrato al que le tocó venir por la triste suerte de ser un callejero, la única herencia que recibió de sus padres.
Al ver su aspecto ruinoso, de vagabundo, todos lo veíamos con recelo, con temor, con angustia. “Hay que tener cuidado al pasarle cerca, no vaya a ser que un día de estos nos quiera hacer algo. Mire nada más cómo nos gruñe de lejos”, decían los vecinos cuando, cruzándose por la calle, luego de saludarse, lo veían de reojo.
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Trova
6 de abril de 2013
Tres amigos y una canción
A veces la vida nos da la más fabulosa de las oportunidades: presenciar la magia que despliega, sobre un escenario, un alma sublime. A veces, esa magia nos envuelve y, sin darnos cuenta, nos involucra en sus artificios. A veces, un alma vecina es capaz de rebalsarnos por completo y complementar nuestro ser.
El incesante ring ring del teléfono de casa dejó de sonar en cuanto levanté el auricular. Su voz al otro lado se escuchaba emocionada. No me dijo sino: “Escuchalo, esto es maravilloso”.
Al otro lado del teléfono se escuchaba la emoción que producía, en el público asistente, reconocer desde los primeros acordes en el piano, una canción. Yo también la reconocí en seguida.
El incesante ring ring del teléfono de casa dejó de sonar en cuanto levanté el auricular. Su voz al otro lado se escuchaba emocionada. No me dijo sino: “Escuchalo, esto es maravilloso”.
Al otro lado del teléfono se escuchaba la emoción que producía, en el público asistente, reconocer desde los primeros acordes en el piano, una canción. Yo también la reconocí en seguida.
24 de marzo de 2013
Cantar y cantar
La gente suele decir que para cantar sólo hace falta tener ganas, un buen motivo y un buen amigo, o grupo de amigos, con quienes compartir ese momento, porque cantar con alguien más es convertir varias voces en una sola voz para expresar lo que se siente, al unísono.
Los amigos son esos seres que, sin pretenderlo, se van involucrando con nosotros por la simple necesidad humana de dar, de dar sin esperar nada a cambio; y los amigos que cantan con nosotros son, entre todos los amigos, los que comparten el mismo deseo de gritar a los cuatro vientos ¡somos iguales, somos uno!
Los amigos son esos seres que, sin pretenderlo, se van involucrando con nosotros por la simple necesidad humana de dar, de dar sin esperar nada a cambio; y los amigos que cantan con nosotros son, entre todos los amigos, los que comparten el mismo deseo de gritar a los cuatro vientos ¡somos iguales, somos uno!
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4 de marzo de 2013
Louis
Guitarra en mano, paso decidido, mirada de vencedor y un sueño en el alma repetido más de cien veces, lo hacían notarse entre los demás peatones que pasaban a su lado, esquivándolo, en la ruidosa Calzada Roosevelt de la ciudad de Guatemala; aunque poco importaba pues nadie advertía su presencia, como no fuera para esquivarlo.
Llegó a la esquina y entró a un estacionamiento, caminó unos metros y se detuvo frente a un sedán blanco. Abrió la portezuela del conductor y se introdujo en el vehículo. Colocó la guitarra en el asiento del copiloto, introdujo la llave en la ignición, girándola encendió el motor y se puso en marcha.
Pasó frente a la misma acera en la que caminara momentos antes, ahora dentro del automóvil, que parecía darle otra dimensión, una curiosa notoriedad, que lo convertía en una especie de salvavidas de peatones apurados.
Llegó a la esquina y entró a un estacionamiento, caminó unos metros y se detuvo frente a un sedán blanco. Abrió la portezuela del conductor y se introdujo en el vehículo. Colocó la guitarra en el asiento del copiloto, introdujo la llave en la ignición, girándola encendió el motor y se puso en marcha.
Pasó frente a la misma acera en la que caminara momentos antes, ahora dentro del automóvil, que parecía darle otra dimensión, una curiosa notoriedad, que lo convertía en una especie de salvavidas de peatones apurados.
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14 de febrero de 2013
Del amor más puro
El destino, que a veces nos juega malas pasadas, también nos regala la fortuna de encontrarnos frente a frente. Dos desconocidos que sin intensiones de buscarse se encuentran en la calle, en cualquier calle, en un café, frente al mar o en un salón de clases, para no separarse nunca más.
El amor, que todo lo sabe, pero que así como lo sabe todo, también se lo reserva, nos va enredando entre sus hilos, y manejándonos como marionetas cuando por fin nos dejamos llevar por él.
Hay destinos y amores que superan lo imaginado, lo establecido. Amores que desde su candidez y simple naturalidad desafían los cánones y nos impactan, nos marcan de tal manera que apenas podemos intentar imitarlos.
El amor, que todo lo sabe, pero que así como lo sabe todo, también se lo reserva, nos va enredando entre sus hilos, y manejándonos como marionetas cuando por fin nos dejamos llevar por él.
Hay destinos y amores que superan lo imaginado, lo establecido. Amores que desde su candidez y simple naturalidad desafían los cánones y nos impactan, nos marcan de tal manera que apenas podemos intentar imitarlos.
2 de febrero de 2013
Una canción para el camino
El autobús que nos llevaría desde Bangkok hasta Pataya (Tailandia) estaba frente a la puerta del Loby del Hotel Asia. Girat, la coordinadora local del curso, nos daba las últimas indicaciones sobre el trayecto de cuatro horas que realizaríamos esa tarde de fines de julio de 2005.
Veinte jóvenes latinoamericanos, con diferentes discapacidades, estábamos listos para emprender el viaje hacia un nuevo destino, como parte de los temas a abordar en aquél país al otro lado del mundo, de nuestro mundo habitual.
Abordamos el autobús y en cosa de poco menos de treinta minutos estábamos ya en una autopista, fuera de la ciudad.
Veinte jóvenes latinoamericanos, con diferentes discapacidades, estábamos listos para emprender el viaje hacia un nuevo destino, como parte de los temas a abordar en aquél país al otro lado del mundo, de nuestro mundo habitual.
Abordamos el autobús y en cosa de poco menos de treinta minutos estábamos ya en una autopista, fuera de la ciudad.
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14 de enero de 2013
Las flores
Hay algunos que dicen que se puede conquistar a una mujer con una delicada caja llena de chocolates. Otros, un tanto más románticos, aseguran que dedicarle una canción específica a la dama de sus sueños asegura el objetivo. Y todavía hay los románticos, chapados a la antigua, quienes declaran sus ilusiones, desvelos y deseos obsequiando a la dueña de su vida un elegante ramo de flores.
Yo, aún hoy, a mis treinta y siete años, no sé cuál de todos los métodos y formas de conquistar a una mujer sea el más efectivo, mas sí tengo claro que, dependiendo de la circunstancia y los gustos de cada dama, un ramo de flores puede regalarnos el favor de una dulce mirada.
Yo, aún hoy, a mis treinta y siete años, no sé cuál de todos los métodos y formas de conquistar a una mujer sea el más efectivo, mas sí tengo claro que, dependiendo de la circunstancia y los gustos de cada dama, un ramo de flores puede regalarnos el favor de una dulce mirada.
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